La iniciativa, además de acertada, me pareció sorprendente, jamás imaginé que en las playas se pudiese acumular tanta suciedad. Uno piensa que por enterrar un par de colillas en la arena no va a pasar nada. Total, la playa es enorme, ¿quién lo va a notar? Lo mismo con una lata abandonada, el palito del helado, una bolsa... ‘No será tan grave, la papelera está lejos, ya lo limpiarán’, pensamos (o no pensamos). Pero, ¿se imaginan que todos hiciéramos lo mismo?
Tras participar en esa jornada comprendí que tenemos un problema, especialmente en aquellos municipios costeros como Cambrils cuyo principal bien y atractivo turístico son sus playas. Deberíamos estudiar si se trata de un problema de incivismo, de una cuestión de falta de medios para los usuarios o de un servicio de limpieza insuficiente.
Y hablando de playas, el verano pasado me ilusioné con el hecho de que el Ayuntamiento de Cambrils había habilitado una playa para el uso y disfrute de animales de compañía, respondiendo a una extensa recogida de firmas. Todo muy bonito hasta que los usuarios vimos ‘terminada’ la playa para mascotas. Estoy hablando de la desembocadura de una riera, con señales de peligro por inundación, repleta de piedras y pedruscos y una cuerda haciendo las veces de cerramiento. El paraíso de los animales hecho realidad.
He perdido la cuenta ya de cuántos vecinos me han dicho que es imposible plantar siquiera la toalla para sentarse a mirar cómo se baña su perro. En una sesión plenaria preguntamos al concejal responsable si pretendía llamar a ese espacio ‘playa para perros’ y nos respondió que se trataba solamente de una ‘prueba piloto’, y que, ‘si salía bien, se plantearían crear una nueva playa habilitada en otra zona de nuestra costa’. Creo que, con nueve kilómetros de playa, no sería muy difícil tomar la decisión. Sin embargo, la temporada de playas está aquí y la ‘playa para perros’ sigue sin aparecer.
Finalmente, espero que la respuesta del equipo de gobierno no sea que ese tipo de playas generan más residuos. Y lo digo porque, después de colaborar en la limpieza de las mismas, ya me ha quedado claro que la suciedad no es sólo cosa de perros. De hecho, nunca lo ha sido porque quien debe responsabilizarse del buen uso de los espacios y las instalaciones somos los humanos. Quizá deberíamos ofrecer más servicios, más facilidades, más medios y sobre todo más información para gozar de lo que vienen siendo ‘playas para personas’.
